domingo, 6 de noviembre de 2011

Nieve en Otoño de Irène Némirovsky, 2010.

"Los padres se quedaban allí, escuchando con aire melancólico
la música de las orquestas, recordando las islas y los jardines de
Moscú".

El fenómeno literario de Irène Némirovsky y la figura histórica que representa esta mujer hacen de esta autora una de las más intensas y apasionantes. Este interés fue el que me llevó a leer Nieve en Otoño.

La novela cuenta la historia de una familia aristócrata rusa que tiene que abandonar su patria por el estallido de la Revolución de Octubre. Los ojos que observan estos sucesos son los de Tatiana Ivanovna, la mujer que durante años ha servido a las diferentes generaciones de la familia. La anciana representa la nostalgia del exiliado. Siguiendo a los Karin por toda Europa, ella sigue siendo el ancla que los une a la vieja casa rusa. Por esto mismo la necesitan al mismo tiempo que se sienten incómodos ante su presencia.

Un argumento excitante en un contexto apasionante que, por desgracia, sabe a poco. Las escasas cien páginas de la novela no son suficientes para contar las aventuras de una familia que ha tenido que abandonar su casa y cruzar todo el continente. El lector necesita saber qué es lo que ocurre en los saltos temporales que dejan espacios en blanco de meses. El lector también necesita comprender cómo es la nieve en el espacio natal de Tatiana para comprender qué echa de menos con tanta intensidad el personaje durante su estancia en París. Las interrupciones narrativas y descriptivas desmejoran una novela que nace con la intención de ser importante.

Más que un libro, Nieve en Otoño parece el resumen de lo que será una gran novela.

NOTA: 6

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