martes, 29 de noviembre de 2011

Cómo comenzar una novela I

"¡Condena es lo que me ha tocado vivir con este niño! No puedo soportar su actitud" -pensaba Clara todos los días de su hijo Ricardo. Era su madre y eso la obligaba a quererlo y a cuidarlo. Pero cuando lo observaba mientras éste desayunaba, se vestía o jugaba con sus coches, sentía una náusea incontrolable. ¿La hacía eso una mala madre? Pese a todo se ocupaba de él a la perfección: lo alimentaba, lo educaba, lo trataba con verdadero cariño.
Aunque cuando el pequeño se daba la vuelta, una mueca horrible se le dibujaba en la cara. "No quiero que sea mi hijo. Probablemente no lo es. Seguramente hubo un error en el hospital".

Nadie conocía la aversión que sentía hacia su propio hijo. Ni siquiera su marido. Lo único que la aliviaba de su malestar era dejarlo cada mañana en el colegio. Para ella era como abandonarlo en una casa de acogida día tras día. Y eso la tranquilizaba.
-Adiós cariño. Volveré a recogerte después. -Decía mientras pensaba que jamás volvería a recogerlo y sabiendo que en unas horas lo estaría esperando en el mismo sitio.
Todos los días: ¡Mamá, te quiero!

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